Las personas almacenan el color en la memoria agrupándolo en categorías más generales, que el cerebro crea para ayudarnos a recordar. Aquí te contamos cómo y por qué.
Tengo un vestido que me encanta, con tan solo cambiar de accesorios puedo usarlo casi en cualquier ocasión: una pañoleta vaporosa para el día, un saco ejecutivo para una reunión de trabajo, zapatos altos y un collar brillante para salir de noche.
El detalle de este vestido es que es azul marino. Un tono fácil de describir y recordar, ¿cierto? Por eso, cuando uno de los lindos botones se quebró (y supe que no encontraría otro igual), decidí reemplazarlos todos.
Lo único que necesitaba para comprar botones nuevos era el tamaño, exactamente el mismo que una moneda de 25 centavos. Fácil. Excepto que no fue para nada fácil.
Cuando llegué a la tienda especializada en costuras y manualidades, les dije exactamente lo que quería, seis botones azul marino del tamaño de una moneda de 25 centavos. Me mostraron al menos ocho distintos botones que entraban dentro del rango “azul marino” y no supe cuál era el de mi vestido. ¿Cómo es posible, si se trataba de mi vestido favorito? Pues resulta que la culpa la tiene mi cerebro.
Esto no lo supe en ese momento, sino hasta cuando leí acerca de alguien que tuvo una experiencia similar, pero al comprar pintura para una habitación de su casa.
Se trata nada menos que de Jonathan Flombaum, un reconocido psicólogo cognitivo de la más que prestigiosa Universidad John Hopkins. Tras llevar a cabo un estudio para determinar cómo las personas recuerdan el color y qué dice esto acerca de nuestro cerebro, notó que nuestra memoria del color es incapaz de recordar todas las tonalidades que nuestros ojos pueden ver.
El estudio
El estudio que Flombaum y su equipo llevaron a cabo, incluía mostrarle a un primer grupo de participantes una rueda conformada por 180 tonalidades de colores y se les pedía que escogieran el que consideraban como el “mejor” ejemplo de azul, rosado, verde, púrpura, anaranjado y amarillo.
A un segundo grupo de participantes se les mostraba un cuadrado de un color brevemente. Luego se les pedía que señalaran en la rueda el color que ellos consideraban eran el que acababan de ver.
Las personas no fueron capaces de señalar el tono exacto que se les había mostrado en el cuadrado. Sin embargo, no escogían aleatoriamente un tono intentando coincidir con el del cuadrado, en lugar de eso señalaban los tonos que el primer grupo había determinado como el “mejor” ejemplo de cada color.
Esto ocurre porque en la memoria, estas personas almacenaban el tono que veían dentro del cuadrado en una categoría de color más general.
Los ojos, la memoria y el cerebro
Nuestros ojos son capaces de percibir millones de tonalidades de colores. Al verlos uno al lado del otro no tenemos dificultad en notar la diferencia, aún si se trata de tonalidades parecidas.
Sin embargo, cuando se trata de almacenar esta información las cosas cambian. La capacidad de nuestra memoria es basta, hay espacio más que suficiente para guardar información. El problema no es de la memoria en sí, sino del lenguaje.
Mientras somos capaces de percibir un color acuamarina, un veridiano y un oliva, nuestro cerebro los almacena bajo una etiqueta específica: verde. Es decir, que el cerebro crea categorías generales para ayudarnos a recordar.
Aunque con certeza Flombaum no sabe por qué el cerebro ha evolucionado para funcionar de esta manera, cree que podría tratarse de la forma en que estamos programados para manejar información basándonos en experiencias pasadas.
Explica que nuestro cerebro piensa que es más probable que ocurra algo que hemos visto con anterioridad, porque así lidiamos con la incertidumbre que es inherente a la percepción. Y nos da un ejemplo:
“Imagina que caminas en un campo de cultivo de fresas. Tú esperas que las fresas sean rojas. Pero, si yo lograr crear una variedad de fresas cuyo color estuviera en la frontera entre rojo y púrpura y tú las vieras brevemente, cuando yo te preguntara después de qué color eran, tiene sentido que te sintieras atraído a decir que eran rojas, porque es poco probable que las fresas fueran púrpura”.
Así, la próxima vez que vayas a comprar botones o pintura, lleva una muestra, porque no podrás confiar en que tu memoria haya almacenado el color que buscas con exactitud.
¿Tienes alguna experiencia en la que tu memoria te haya fallado al recordar un color exacto? Me encantaría conocerla, deja un comentario.
Los colores son muy importantes, ayudan a captar la atención y a expresar más. Si buscas imágenes con mucho color te recomendamos que uses Shutterstock.
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