La era del consumidor ermitaño: cómo conectar en tiempos de la gran introversión

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¿Cómo compras? Existen múltiples opciones cuando se trata de comprar. Actualmente vivimos en un momento histórico: el consumidor prefiere la distancia, el control y la intimidad para comprar. Esto se conoce como la era del consumidor ermitaño y marca un giro radical en los hábitos de consumo: hay más introspección, más consumo, más digitalización y ser más selectivos.

¿Qué es un consumidor ermitaño? 

No es una persona antisocial, es quien valora su espacio personal posterior a su crecimiento vivido (u obligado) por la pandemia. Elige con cuidado dónde y cómo interactuar con las marcas. Prefiere evitar lo presencial si se puede resolver desde la casa de forma virtual.

El concepto de «la gran introversión» es más que una tendencia de moda. Es un cambio cultural profundo en donde gracias a la hiperconectividad, la fatiga social y la sobreestimulación se generó un deseo colectivo de retraerse, desconectarse y volver a lo esencial.

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Actualmente este es el perfil y las decisiones de las personas:

  1. Prefieren comprar online antes que ir a una tienda física
  2. Eligen marcas que no los saturen con mensajes o email marketing
  3. Prefieren el silencio, la privacidad y el tiempo a solas
  4. Consumen contenido personalizado y en los términos que ellos eligen

El cerebro siempre busca algo familiar, seguridad y el control. Cuando hay incertidumbre o sobrecarga emocional, la respuesta siempre es retraerse. Es por eso que comprender cómo actúan las personas en la era del consumidor ermitaño implica repensar las estrategias donde prevalezcan la empatía y las neurociencias del comportamiento.

Se debe:

  1. Crear espacios no invasivos: Se deben reforzar las interacciones para ofrecer experiencias digitales fluidas y respetuosas con el tiempo y la atención del usuario.
  2. Apelar a la instrospección: Conectar con mensajes emocionales relacionados al bienestar, el silencio, la reflexión y el autocuido.
  3. Diseñar desde las neurociencias: Utilizar estímulos visuales con interfases amigables que reduzcan la carga cognitiva.
  4. El consumidor «tiene» el control: Ofrece opciones, la personalización y la autonomía en el proceso de compra o interacción con la marca.

Este nuevo paradigma, y comprenderlo, se debe aprovechar para reimaginar el marketing desde lo humano, lo neuroemocional y lo auténtico. El consumidor ermitaño no es incansable, únicamente pide que lo entiendas con su propio lenguaje y necesidades.

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