Tener hambre te hace tomar malas decisiones porque tu cerebro no tiene todo el suministro de energía que necesita.
Hace poco tuve un día bastante ocupado y no pude encontrar un momento para comer hasta que ya era casi la hora de salida de mi trabajo. Me estaba tomando más tiempo de lo normal hacer un reporte que solía hacer en cuestión de minutos.
No solo sabía que estaba perdiendo el tiempo sino que también sentía frustración e incluso enojo, no quería que nadie se acercara a hablarme. Luego una amiga llegó a mi oficina y me dio un sándwich y un café, diciendo que había notado que no había comido nada en todo el día.
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Después de agradecerle y comer lo que me había llevado, pude trabajar de forma más rápida e incluso con una mejor actitud. Y entonces recordé lo importante que es el que pueda tomar unos minutos de mi día para comer para poder ser más productiva.
¿Te ha pasado algo similar? Cuando has pasado mucho tiempo sin comer, ¿sientes que no eres tú y que tus emociones se apoderan de ti?
Cuando tenemos hambre no sólo podemos llegar a tener fuertes dolores de cabeza, sino que también podemos comenzar a sentir emociones como tristeza, frustración e incluso ansiedad o enojo. Es ahí donde se deriva el término «hangry» (la combinación de las palabras hungry y angry que significan hambre y enojo).
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando tenemos hambre?
Cuando hemos pasado por un largo tiempo sin alimentarnos, el suministro de glucosa en nuestro cuerpo disminuye. Esto finalmente llega a privar al cerebro de su principal fuente de energía y hace que nos sintamos cansados y menos enfocados.
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Según The Science of Persuasion, aunque el cerebro represente únicamente el 2% de nuestro peso corporal, consume alrededor del 20% de nuestra energía total. Por eso, cuando se priva al cerebro de su principal fuente de energía, los neurotransmisores ya no se producen y conlleva a un deterioro en la comunicación de las neuronas.
Todo esto no sólo afecta en nuestra habilidad para regular nuestras emociones sino que también en nuestra capacidad para concentrarnos. Haciendo más difícil que realicemos ciertas actividades como trabajar, estudiar o incluso tomar decisiones que son aparentemente sencillas.
Cuando nuestro cerebro no está funcionando a plena capacidad, nuestras heurísticas toman el control en un intento de reducir la carga cognitiva en esas decisiones menos importantes, dejando que nuestra mente subconsciente tome nuestras decisiones por nosotros. Es por eso que es recomendable ir a hacer compras al supermercado con el estómago lleno para evitar comprar productos que realmente no necesitamos y que sólo escogemos porque tenemos hambre.
Ahora que ya sabes que tener hambre te hace tomar malas decisiones, piensa en eso la próxima vez que tengas que realizar una actividad importante y asegúrate de alimentarte bien a lo largo del día.
¿Qué piensas sobre este tema? ¿Te has sentido alguna vez de esta manera?