El surgimiento de la variante Omicron puso los reflectores la discusión sobre si debía ser obligatorio o no el uso de mascarillas. Las medidas sanitarias deben entenderse en 3 aspectos de la conducta humana que analizamos a continuación.
El uso de mascarillas en espacios cerrados ni siquiera debería estar en discusión, independientemente de si las personas se sienten enfermas o no.
Incluso, algunos opinan que deberíamos adoptar la habilidad de fabricar nuestras propias mascarillas reutilizables.
Pero el tema del uso de mascarillas volvió a tomar revuelo luego de que varios gobiernos han implementado el uso obligatorio de mascarillas en espacios abiertos.
Sobre todo a raíz del surgimiento de la variante Omicron.
Esta es la opinión del epidemiólogo Mateo Prochazka, quien trabaja en la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido:
Varias medidas absurdas y obsoletas para el control de COVID-19 en el Perú. Uso de mascarillas en exteriores, restricciones para reuniones en casa, pero sobre todo, centros educativos cerrados. Urge revisión y cambio.
— Mateo Prochazka (@teozka) October 26, 2021
Según algunos comunicados del CDC, el uso de mascarillas en exteriores tiene poco impacto en el número de contagios.
Pero el uso de mascarillas en exteriores cambia según el país. Veamos algunos casos alrededor del mundo:
El uso de mascarillas en Asia
China como ya es usual, va a la vanguardia de la vigilancia ciudadana.
Las autoridades usan drones equipados con altoparlantes para amonestar a las personas que no usan mascarillas en espacios públicos.
Pero como mencionamos, hacer obligatorio el uso de mascarillas en esapacios abiertos, ha generado mucha polémica.
El gobierno de Corea del Sur racionó las mascarillas, alternando los días que la gente podía comprar un número limitado.
Esta medida garantizó que siempre hubieran mascarillas disponibles para todos los ciudadanos.
En Taiwán y Hong Kong las autoridades se aseguraron de usar mascarillas en apariciones públicas, en las que eran escoltados por asistentes que también portaban una.
El uso de mascarillas y líderes de Occidente
Esta comunicación consistente de parte de las autoridades en la mayoría de países asiáticos contrasta con las actitudes de algunos líderes de occidente que han generado confusión, desconfianza y críticas.
Gracias al gran plan de contención de la pandemia del perverso y siniestro @lopezobrador_ «hay que abrazarse, no pasa nada», «detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo», «nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación». pic.twitter.com/w2p4HY3U7s
— Pepino (@Endevor10) January 29, 2021
Similares declaraciones se repitieron en otros países:
Bolsonaro veta obligatoriedad de uso mascarilla en lugares cerrados como comercios, iglesias https://t.co/zSOzeZHOYi pic.twitter.com/M1DvS0ke2L
— Reuters Latam (@ReutersLatam) July 3, 2020
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La gravedad de esto radica en que las declaraciones inducen interpretaciones que resultan en conductas, y en el curso del tiempo, pueden haber costado cientos de vidas.
Sin embargo, todos los que trabajamos en comunicación o estudios del comportamiento humano, podemos aportar divulgando los mensajes de salud pública de una forma que tome en cuenta estas conductas humanas:
La escasez incita el acaparamiento
Primero, es cierto que las compras masivas de equipo de protección podrían generar una escasez que terminaría afectando al personal médico.
Pero la sola insinuación de escasez, fomentaría el acaparamiento.
La heurística de la escasez, bien conocida por los psicólogos sociales, nos dice que es más probable que las personas le asignen un valor más alto a un producto cuando de repente se vuelve escaso.
Decirle a la gente que hay un problema con las mascarillas solo hace que sea más probable que se abastezcan antes de que se agoten los suministros.
En lugar de decirle a la gente que deje de comprar mascarillas, las autoridades deberían seguir los pasos implementados en Corea del Sur y racionar ciertas mascarillas mientras haya una escasez crítica.
Las mascarillas como las N95 o KN95 de alta resistencia y otros medios de protección de grado médico deberían garantizarse para los hospitales y otros centros de atención, y sólo cuando estos estén totalmente abastecidos, debería permitirse la compra en volumen por parte de individuos.
Pero incluso en este planteamiento hay que tomar en cuenta que las conductas humanas pueden resultar impredecibles y en contra del beneficio común. En el medio hospitalario se sabe de personal que roba suministros para revenderlos.
La prueba social cambia la conducta humana
La adopción de una conducta es más fácil si es una práctica común en nuestro entorno. O dicho en el lenguaje de redes sociales “normalicemos el uso de mascarillas”.
Es cierto que las mascarillas en sí mismas no previenen todas las infecciones.
Sin embargo, usar mascarilla es más efectivo para prevenir transmisiones que por ejemplo sólo el lavado de manos. Incluso, la efectividad de la mascarilla aumenta cuando se combina con otras prácticas de higiene.
Pero volviendo a la discusión de si las mascarillas son necesarias en espacios abiertos, algunas personas buscan la validación en las acciones de otras personas, independientemente de si la decisión fue basada en datos científicos o no.
En este tuit, el periodista Luis Jaime Cisneros parece caer en un sesgo al afirmar que la decisión del gobierno de España le da validez a la medida implementada en Perú.
Parece que algo estamos haciendo bien en Perú, donde llevar 2 #mascarillas en exteriores y locales comerciales cerrados es obligatorio desde hace meses. #pandemia #omicron #MascarillasEnLaCallesi https://t.co/xzpOYePc5n
— luis jaime cisneros (@ljcisneros) December 22, 2021
Las personas necesitan la prueba social para cambiar su conducta. Pedirle sólo a las personas enfermas que usen mascarillas no tendría mucho sentido, puesto que la mascarilla se empezaría a interpretar como una señal de enfermedad.
Cuando ocurrió el brote de la gripe denominada H1N1, algunos países requerían el uso de mascarillas. Ante la ignorancia de la mayoría de nosotros sobre medidas de prevención de epidemias, era común que evitáramos pasar cerca de las personas que usaban mascarillas.
Pero como sabemos ahora, el COVID-19 puede ser transmitido de una persona a otra, incluso si la primera no presenta síntomas, si no sabe que está contagiada.
Cuando el uso de mascarillas se vuelve común y socialmente aceptable en nuestros círculos sociales y laborales, podemos limitar la propagación del virus.
La falta de claridad daña la credibilidad
La ambigüedad, la falta de especificidad y claridad pueden llevar a interpretaciones y prácticas peligrosas.
Las mascarillas sí reducen la transmisión, y hay alternativas para dejar de comprar equipo médico en masa.
Este también es un llamado a los líderes de opinión y líderes religiosos y comunitarios. Si sus mensajes se caracterizan por la claridad, la simplicidad, la franqueza, y sobre todo, si están basados en datos científicos, lograrán que sus comunidades tengan prácticas más saludables.
En vez de mensajes confusos, podemos usar la prueba social para normalizar el uso de mascarillas. En vez de quedarnos sólo con publicaciones en redes sociales, hagamos que la mascarilla se vuelva en nuestro acto de solidaridad.
Cuando usamos la mascarilla, demostramos empatía; demostramos que estamos en esto juntos.
Photo by Sylwia Bartyzel on Unsplash
Basado en el artículo «Why We Should All Be Wearing (and Making) Face Masks Right Now» de Nir Eyal.
Consultor de Marketing Digital y Branding. Apasionado por el Neuromarketing y la tecnología que está cambiando la forma en que nos comunicamos.